Desde que comenzó la pandemia se abrió un interesante debate sobre las ventajas e inconvenientes del trabajo a distancia. Como sabemos, el método tradicional ha sido hasta ahora la prestación de servicios presencial, pero con la llegada del COVID esto pareció cambiar.
La necesidad de evitar el contacto social y la ayuda de las nuevas tecnologías impulsó el teletrabajo como solución óptima para empresas y trabajadores. Se evitaban así costes de desplazamientos y permitía a los empleados conciliar mejor su jornada laboral con su vida personal.
Sin embargo, la mejora en la situación sanitaria trae consigo la recuperación de antiguas costumbres. La vuelta a la oficina anunciada por los empresarios supone un cierto abandono del teletrabajo como sustituto de la presencia física en la empresa. El motivo principal es muy sencillo: la visión del contacto social y las relaciones interpersonales como motor del progreso profesional. Hablamos de un factor determinante a la hora de obtener mejor sueldo o promocionar laboralmente.
Pero no todos los trabajadores comparten la misma opinión. Una encuesta reciente de la red social Linkedin demuestra que existe una percepción distinta en función de la franja de edad. Llama la atención que los Millennial (quienes tienen edades comprendidas entre los 25 y los 40 años) opinan que el factor humano representa un impulso en su desarrollo económico y profesional. De hecho, esta idea se refuerza cuanto más crece la edad de los encuestados. En cambio, la mayoría de los menores de 25 años (Generación Z) ven mayores oportunidades en el teletrabajo y no consideran que la presencialidad sea relevante a estos efectos. Al contrario, para ellos la principal ventaja del trabajo no presencial es la reducción o eliminación de distracciones.
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